El nacimiento de una alocada amistad

Tipo: Fanfic

Juego: Ensemble Stars!

Personajes: Hakaze Kaoru, Morisawa Chiaki y Sena Izumi

Palabras: 1.532

______________________________________


     El día empezó como cualquier otro. No había nada que inicialmente pudiera hacer pensar a nadie que algo sería diferente a lo normal. Seguí la rutina de siempre hasta llegar a la academia Yumenosaki, ahí fue donde paré en seco al acordarme de cierta cuestión que había pasado por alto.

     Los estudiantes seguían entrando en el edificio, algunos viéndose obligados a esquivarme al haberme parado allí delante. Ninguno vestía una corbata de color verde. Exactamente, eso fue lo que olvidé: los de tercer año podían asistir más tarde ese día. Al ser del último año y estando tan cerca el final del curso, algunas clases ya las dieron por terminadas y, por ende, teníamos más horas libres.

     Retomé mi camino sintiéndome verdaderamente molesto por haber pasado aquel detalle por alto, pero ya que estaba allí, sería aún más molesto irme para volver un poco más tarde. Si de por sí ya estaba molesto, lo que vi cuando entré en la clase me hizo explotar internamente, debí haberlo imaginado tan solo con escuchar aquella estruendosa risa antes de abrir. Ridículo, sin sentido, ¿por qué de todos tenían que estar ellos dos ahí?

    La escena que me esperaba al abrir la puerta fue la siguiente: Kaoru Hakaze estaba tumbado bocarriba sobre dos mesas que habían sido colocadas juntas, con los brazos completamente estirados, y riendo de forma entrecortada y baja, como si hubiese consumido sustancias no demasiado legales; y Chiaki Morisawa se encontraba de lado sobre la mesa del profesor, simulando que corría sobre la pizarra, en la que había un dibujo bastante patético que intentaba imitar el espacio, y riendo a carcajadas tan sonoras que sentía que necesitaba tapones para los oídos.

     Por dentro estaba gritando y lanzando maldiciones por haber tenido la mala suerte de haber olvidado la hora libre y, encima, tener que encontrarme a esos dos haciendo esas… cosas. Exteriormente, mi cara carecía de expresión y una fría pregunta salió de mi boca:

     —¿Sois idiotas?

     Pareciendo que no habían notado mi presencia hasta ese momento, ambos dejaron de reír y bajaron de las mesas.

     —¡Vaya, Senacchi! No te esperaba por aquí. —Kao fue el primero en hablar, con un tono despreocupado como si intentara quitarle importancia a aquello de lo que había sido testigo.

     —¡Oh, Sena! ¡No me digas que estás aquí porque olvidaste la hora libre! —exclamó animadamente Morisawa.

     —Sí, bueno… ¿Vosotros también?

     —No exactamente, yo vine porque antes de entrar me reuní con el resto de miembros de Ryuseitai —respondió Morisawa sonriendo—. Hakaze está aquí por lo típico, ya sabes, estaba buscando a Anzu.

     Honestamente no me sorprendía, pero me molestaba el hecho de que eso me dejaba como el único que lo había olvidado. De todas formas, decidí hacer la pregunta que me estaba retumbando por dentro, aunque había una parte de mí que deseaba no saber la respuesta:

     —De Morisawa me lo esperaba, pero ¿qué idiotez se supone que estabáis haciendo?

     —¡Oh, eso! Verás —empezó Kao—, a pesar de haber llegado temprano para buscar a Anzu, no la encontré por ninguna parte y, cuando las clases de los de segundo empezaron, vi a Moricchi. Al final vinimos aquí y bueno…

     —¡Se veía decaído por no encontrarla, así que pensé que hacer algo así podría subirle el ánimo! —le interrumpió Morisawa riendo sonoramente y posicionando sus brazos en jarra.— ¡Al final sí que sirvió! ¡Ya no está sollozando su nombre!

     En cierto modo Kao se veía algo avergonzado y quizás triste al recordar su fracaso en la búsqueda de Anzu. En ese momento de distracción, Morisawa se movió velozmente para recoger algo del suelo y lanzarlo contra Kao. Un grito de sorpresa salió de su boca cuando el balón de baloncesto chocó contra su cabeza.

     —¡¡Pero qué!!

     De repente, recordé la existencia de un balón de fútbol en la clase y lo busqué rápidamente con la mirada mientras Kao fulminaba a un callado pero sonriente Morisawa con la suya. Para mi suerte, o desgracia teniendo en cuenta que estaba actuando sin pensar, lo encontré cerca de donde estaba parado y lo tomé con rapidez para luego lanzarlo con velocidad y precisión hacia la cabeza de Kao. Un nuevo grito salió de su boca, esta vez mezclando la sorpresa con una clara molestia y dirigió su mirada asesina ahora hacia mí, la cual recibí con la cara más inexpresiva que pude poner.

     Fue entonces cuando me volví consciente de lo que hice y maldije a cada parte de mi cuerpo por haber seguido la idiotez de Morisawa.

     —Os vais a enterar ahora… —sentenció Kao mientras recogía ambos balones del suelo.

     Escuché una risa estruendosa de Morisawa y, acto seguido salió corriendo a toda velocidad de la clase gritándome:

     —¡Vamos, Sena!

     Mi cuerpo respondió al grito por instinto y empecé a correr tras él con más cara de enojo que Kao. Pronto llegamos a la entrada del edificio y, al salir, Morisawa bajó el ritmo hasta que llegué a su lado.

     —¡Nunca esperé que fueras a hacer algo así! —rio Morisawa.— ¡Ahora Hakaze sí que está enfadado!

     Nada más terminar de hablar, sentí un golpe contra mi cabeza. Vi el balón que le había lanzado a Kao tan solo unos instantes antes y, al mirar a Morisawa, vi que él también había sido golpeado por el balón de baloncesto. Una parte de mí se sintió horrorizada al pensar en mi imagen, pero la otra sentía ganas de reír; después de todo, no es como si no me hubiera merecido el balonazo.

     —¡Espero que no pensarais que podíais escapar de mí! —exclamó Kao entre risas mientras se acercaba a nosotros.— Por cierto, Moricchi, ¿de dónde sacaste el balón de baloncesto?

     —¡Me sorprende que lo preguntes! —le respondió riendo también.— Lo llevaba cuando nos encontramos antes de entrar en la clase, ¿ni siquiera lo viste? Me uní con el resto de Ryuseitai en el gimnasio, así que lo tomé de ahí, sin ninguna razón en particular, ¡solo pensé que podría necesitarlo para pasar el tiempo!

     Suspiré y fui a recoger el balón.

     —Sí, bueno, de momento deberíamos llevar esto al gimnasio.

     —Ah, Senacchi, aún estoy sorprendido, ¿cómo es que hiciste tú algo así? —me preguntó Kao.

     La pregunta me tomó desprevenido. Guardé unos segundos de silencio para responder luego con una cara de molestia:

     —¿Ja? Qué molesto. ¿Por qué preguntas algo así? ¿Eres idiota?

     Kao puso cara de que no le sorprendía para nada la respuesta, se encogió de hombros y siguió a Morisawa, que había recogido el otro balón. Yo caminé tras ellos. Una vez guardados los balones, empezamos a hablar sobre lo cerca que estaba la graduación. Kao y Morisawa se veían tan alegres como siempre, pero notaba cierta melancolía en sus voces y hasta en sus risas. No puedo negarlo, a mí también me entristece el hecho de pensar en dejar la academia; una vez que acabemos, tendremos que abandonar nuestro estilo de vida actual y afrontar el futuro incierto que nos esperaba.

     De repente se me ocurrió una idea. Aunque una parte de mí no quería aceptarla, no pude suprimir ese pensamiento de que quizás, y solo quizás, no estaría tan mal.

     —Ey, ¿tenéis algo que hacer después de clases? —pregunté. Ambos respondieron que no, así que proseguí diciendo—: Entonces, podríamos salir y hacer algo como, no sé, ir al karaoke o algo así. —Ante las miradas llenas de sorpresa que se posaron sobre mí, no pude evitar añadir algo más—. ¡No os hagáis ideas equivocadas! ¡Esta será nuestra revancha después del empate en el juego de baile, Morisawa! ¡Y Kao será el testigo de mi victoria!

     —¡Si eso es lo que quieres, no hay nada que me impida ir! ¡Seguro que será tan genial como en ese juego, eres un formidable rival! —respondió con emoción Morisawa.

     —Supongo que no me queda otro remedio —dijo Kao.— Alguien tendrá que cuidar que no la lieis.

     —¿Tú? —pregunté aparentando molestia—. ¡Entre los tres seguro que yo soy el que tendría que tener el ojo puesto en vosotros para que no os metáis en problemas!

      Después de un rato discutiendo amistosamente, volvimos al aula, pues las clases ya estaban por empezar. El tiempo pasó bastante rápido. Algunas cosas sin importancia fueron pasando, como cuando Morisawa se durmió en clase estando totalmente erguido y sujetando un lápiz con la mano. En ese momento, Kao y yo nos miramos e intentábamos aguantarnos la risa. En el receso nos quedamos únicamente los tres en el aula y, después de comer, tratamos de jugar béisbol con una bola de papel y unas hojas enrolladas como bate, turnándonos en la posición de lanzador, bateador y cácher.

     Tras sonar la campana del final de la última clase, nos pusimos en marcha para ir al karaoke. Allí comimos, cantamos, hablamos e hicimos todo tipo de estupideces posibles. Sinceramente, era extraño verme a mí mismo envuelto en cosas así, pero me divertí mucho, y no solo allí, sino también en la academia. Fue una buena decisión quedar con este par de idiotas. A partir de ese encuentro inicialmente desafortunado para mí, formaríamos una amistad que ni la graduación lograría quebrar.


Comentarios